PROGRAMACIÓN EXISTENCIAL - PROEXIS

​La conciencia evoluciona a través de la acumulación de experiencias adquiridas a lo largo de una serie indeterminada de vidas sucesivas, vividas en diferentes cuerpos, planetas y dimensiones. Esta sucesión de existencias interconectadas, se conoce como serialidad existencial.

En este nivel de lucidez actual, aún no tenemos acceso a toda nuestra serialidad. No alcanzamos a comprender la eternidad de nuestro pasado, tampoco la eternidad de nuestro futuro. Podemos recordar vidas ocurridas hace 5000 años, pero no tenemos acceso a nuestras existencias como seres subhumanos. Es posible tener precogniciones de la próxima seriexis (vida física), pero no sabemos cómo será nuestro futuro como conciencias libres.

Podrán cambiar los cuerpos, los nombres, las culturas, pero la conciencia detrás de ellos es siempre la misma. A lo largo de esta serie de existencias, la conciencia se va sofisticando, aumentando su hiperagudeza, expandiendo su universalismo y dominando con más profundidad y cosmoética su holosoma y las dimensiones en que se expresa.

Hoy somos el resumen vivo de nuestro pasado, el resultado del sumatorio de características genéticas y mesológicas* anteriores y la expresión de todo lo que ya vivimos, pensamos, sentimos e hicimos.

Cuando la conciencia intrafísica pasa por la muerte biológica, descartando así su Soma (cuerpo físico) pasa a manifestarse en la dimensión extrafísica, durante el llamado periodo intermisivo o intermisión (periodo entre vidas). Este periodo tiene un papel fundamental para la evolución y sus características determinan varias de las posibilidades de aceleración del proceso de madurez.

La duración del periodo intermisivo varía dentro de una franja bastante amplia que va de horas hasta siglos, aunque la duración media para la mayoría de las personas es del equivalente a una vida intrafísica.

Las características básicas que tendrá el periodo intermisivo de cada conciencia vendrán determinadas por el hecho de que consiga disipar la totalidad de las energías más densas de su energosoma. Si no pasa por este proceso o pasa de forma parcial, el holosoma de la conciex (conciencia extrafísica) será denso y estará bloqueado energéticamente, restringiendo su acceso a las dimensiones más sutiles o limitando su permanencia en ellas por períodos más largos.

Dependiendo del nivel evolutivo de la conciencia, así será la dimensión y consecuente colonia extrafísica que habitará durante la intermisión.

La intermisión puede ser bastante activa y productiva para las conciencias más lúcidas, que pueden aprovechar esta oportunidad de múltiples formas: recuperación de atributos concienciales, aprendizaje, asistencia a otras conciencias menos lúcidas y para preparar la próxima vida intrafísica.

Las conciencias extrafísicas tienen como base una determinada comunidad conciencial denominada procedencia extrafísica. Normalmente es a este cuartel general o ciudad extrafísica natal a la que la conciencia vuelve después de cada una de sus vidas intrafísicas.

Algunas conciencias tienen como base extrafísica colonias evolucionadas, trascendentes y sutiles, prácticamente sin ninguna interacción con la dimensión física, próximas a la dimensión mental. Sin embargo infelizmente la mayor parte de la humanidad y parahumanidad están vinculadas a comunidades extrafísicas densas, muy conectadas todavía con el ambiente físico. Una conciencia no cambia la tipología de sus compañías por el hecho de cambiar de dimensión, tanto en la dimensión física como en el período intermisivo, convivimos con miembros de nuestro grupo evolutivo.

El paradigma materialista e inclusive los dogmas de la mayoría de las religiones (que acaban siendo materialistas también) inducen a la persona a pensar que su naturaleza o estado más básico es esencialmente el intrafísico. Este es un error grave de entendimiento de los procesos concienciales. La conciencia es esencialmente extrafísica en cuanto que la vida física es una fase temporal y artificial en un puesto avanzado del universo multidimensional. Una de las muchas evidencias que pueden corroborar tal afirmación es la propia descoincidencia o semiproyección natural – casi siempre inconsciente – que la mayoría de las formas de vida superiores (animales y seres humanos) manifiestan durante el sueño. En la primera oportunidad posible, la conciencia sale de la dimensión física para recuperarse en la dimensión extrafísica.

Durante la intermisión (periodo entre vidas), se planea y perfecciona la programación existencial o proexis, también llamada “misión de vida”. El tipo de proexis determinará las características básicas del curso intermisivo, dependiendo de la calidad de su propósito, puede requerir un diseño más indefinido y de corte más personal o más específico y de alcance más colectivo.

Dependiendo de la capacidad y el grado de madurez de cada conciencia se establecen miniproexis (programaciones más simples como una vida limitada a nacer, crecer y generar algún cuerpo más para dar oportunidad a otras conciencias) o maxiproexis (proyectos de tareas de impacto más extenso en la evolución general de la humanidad, como el ejemplo histórico de Gandhi que liberó un país sin usar la violencia).

En la mayoría absoluta de los casos, la proexis es diseñada por conciencias más maduras (amparadores o mentores extrafísicos), que planean en conjunto las líneas maestras de la proexis trazando el plan de la futura vida. Como elemento moderador y consultor de éstos actúa el orientador evolutivo o evoluciólogo, (amparador de los amparadores).

La proexis no se decide total y completamente en el inicio de la intermisión, pues los datos que llegan del frente intrafísico obligan a sucesivos ajustes del plan inicial.

La participación de cada futura concin en esa programación va a depender de su grado de lucidez. Cuanto más lúcida más sugiere, interfiere y pregunta. Cuanto menos lúcida más es auxiliada en el proyecto lógico, optimizado de la próxima existencia física.

Hay personas que se sienten descontentas por no tener decisión plena sobre su proexis, ya que consideran este hecho una agresión a su libre albedrío. Generalmente tal observación viene de personas más rebeldes, egocéntricos y de poca vivencia multidimensional. Sin embargo, todo esto es muy lógico. ¿Cómo puede una conciencia sonambulizada o, más aún, en estado de parapsicosis extrafísica (sin ninguna lucidez), planear su tan complejo destino inmediato? ¿Cómo podría una conciencia razonablemente lúcida decidir “sola” y de forma intervencionista varios detalles de su futura vida para la cual va a necesitar de otras muchas personas para su término?. Si alguien pretende volver a la vida para ser un amparador intrafísico actuando de hecho como minipieza de un maximecanismo ¿cómo podrá prescindir de ayuda de otras conciencias más lúcidos y de visión más amplia y profunda en ese proyecto?.

Desde el punto de vista de la proexis, una existencia típica puede dividirse en dos periodos: el preparatorio y el ejecutivo. En nuestra sociedad moderna la mayoría gasta la primera mitad de su vida construyendo y estabilizando el cuerpo, madurando psicológica y emocionalmente, estudiando y graduándose en algo, alcanzando su independiencia económico-financiera y estableciendo una relación afectivo-sexual madura y estable. Sin estas cuestiones mínimas es más difícil emprender la proexis.